La fusta: ¿uso o abuso?

Las buenas montas en los hipódromos se ven muchas veces por el correcto empleo de la fusta. Pero no siempre son apropiadas o magistrales, también las hay innecesarias y abusivas. De ahí que los aficionados discutan sobre su uso, mientras el código de carreras impone sus sanciones.

 

 

La pregunta es bien sencilla: ¿ con unos latigazos menos habría ganado mi caballo? O si quiere: ¿con unos latigazos más mi caballo habría sido el primero? ¿Más o menos? No es fácil la respuesta. A los caballos durante una carrera hay que saberlos fustigar en su momento para animarlos y para guiarlos. Todo lo contrario es inadecuado. Solo así se entiende que los aficionados sepan reconocer a los buenos maestros por el buen uso de la fusta.

Cuantas veces hemos leído lo siguiente: “...y el jockey le bastó tocarlos un poco con la fusta  para comenzar a meter cuerpos y cuerpos de ventaja hasta cruzar primero la línea de meta”. Éste es el mejor ejemplo del buen uso que se le puede hacer a este pequeño complemento que los jockeys pasean bajo el brazo antes de iniciar la carrera: enseñarle al caballo la fusta, tocarlo, animarlo y guiarlo, sobre todo, para que no pierda la línea cuando se vence a uno u otro lado de la pista.

El buen profesional es capaz de usar el látigo con mucha facilidad en cualquier mano. Es decir, llevar, balancear o golpear con la mano izquierda y con la mano derecha, además de cambiarse el látigo deprisa de una mano a otra dependiendo del lado en que el rival está corriendo y la inclinación del suelo.  De ahí, la destreza del jinete para saber cambiársela de mano cuando el momento lo requiera. También de saber pegar: cuándo y dónde, para sacar el máximo valor posible a su montura. Y de no abandonarse al esfuerzo, de dar el máximo que puede más tiempo, de desperezar al caballo, de que no se aburra, y de un sinfín de comportamientos que puede mostrar durante la carrera.

 

Buena mano

Muchas veces el buen uso de la fusta hace ganar un gran premio y conservar adecuadamente al caballo, sin embargo un uso excesivo muchas veces lo que consigue es acabar con el purasangre. Un caballo disfruta ganando porque ha sido el primero, no porque le han castigado por llegar primero. Eso nunca debe olvidarse: son animales muy inteligentes que acusan los castigos. Además, los caballos son por lo general animales nobles y el pura sangre inglés, en particular, ha sido criado para correr, por lo que es de esperar que desarrolle esa cualidad sin necesidad de castigo. Ya se le habrá castigado o educado a base de latigazos cuando fue entrenado. Y no ahora, que solo demostraría que no estuvo adecuadamente “enseñado”.

Esta reflexión sirve para recordar “La teoría y práctica de la monta en carreras lisas”, un viejo estudio sobre el uso del látigo del jockey británico John Hislop traducido del “British Racerhorse” y que la web Recta Final publico hace unos años:

“El uso del látigo en las montas puede dividirse en cuatro categorías: castigo, educación, estímulo y guía. En lo que se refiere a las carreras, no debería casi utilizarse como castigo ni educación, ya que un caballo debidamente entrenado no necesita ninguna de estas dos cosas. Pero en algunas cuadras, al igual que en escuelas, la disciplina y la educación dejan mucho que desear. Por eso muchas veces un jockey tiene que golpear al caballo por razones que exigen alguna corrección. 
Si surgiera el momento de castigar al caballo, el jockey tendrá que estar bien seguro de que puede hacerla correctamente, sin desequilibrarse. 
Si a un caballo hay que castigarle de verdad, hay que pegarle duro detrás de la articulación de la pata trasera, y preferiblemente con la mano izquierda. Si está mirando alrededor de él, distraído, un ligero golpe debajo del hombro, sin soltar la mano de las riendas, sería suficiente para recordarle que no está ahí para ver un espectáculo. 
En el caso de un caballo honrado y bien entrenado, el uso del látigo está confinado al estímulo y a la guía. 
El daño producido por el uso impropio del látigo en una carrera no se puede presuponer. De esta manera, caballos honestos se vuelven vagos; el espíritu de un caballo sensible se puede romper, y las carreras se pueden perder por caballos que han sido inducidas a irse fuera de la verdadera línea de conducta. 
La primera regla en el uso del látigo en las carreras es no pegar a los caballos demasiado fuerte. 
Ocasionalmente, un caballo indolente, de piel gruesa, necesita unos cuantos latigazos duros para moverle; pero para un caballo corriente, unos cuantos golpes ligeros, o incluso el mero hecho de ver el látigo balanceándose, es suficiente para hacerle que haga lo posible por ganar. 
Si queremos que un caballo corra eficazmente, no hay que hacer que tome aversión a las carreras, particularmente no debería de aprender a asociar el dolor con el final de una carrera. Si es necesario pegar fuerte a un caballo, es mucho mejor darle dos o tres fustazos a lo largo del recorrido más que hacerlo en los metros finales, cuando el caballo está fuera de sí. Nada irrita más a un purasangre que ser castigado cuando está haciendo el máximo esfuerzo por ganar. 
Esto se comprueba una y otra vez en las carreras, y con frecuencia se encuentran caballos que se esfuerzan solamente cuando saben que el jockey no lleva fusta. 
El gran campeón, Sir Gordon Richards, era un claro exponente al sacar el máximo partido a un caballo solamente al balancear el látigo para que el caballo lo viera, o bien dándole unos ligeros golpecitos; y Scobie Breasley, otro que podía persuadir a los caballos para que rindieran al máximo sin hacerles daño, y sin haber tocado nunca a un caballo con la fusta. 
 Ivor Anthony, un gran entrenador, solía decir de los jockeys que castigaban a los caballos con el látigo que era una clara señal de que el jockey era inepto y perezoso, porque era un trabajo demasiado duro montar los caballos solamente con las manos y con los talones”
.

 

Hasta el límite

En los motivos enumerados por John Hislop falta uno que se repite muchas veces en los hipódromos de todo el mundo (excepto en las carreras que debutan los 2 años: únicas pruebas que se disputan sin fusta). Este motivo no es otro que la justificación ante los espectadores. O sea, el jockey demuestra que a pesar de verse superado por sus rivales se ha esforzado hasta el límite con su montura. Y eso lo hace a base de palos y más palos, que sin obrar de mala fe, lo que está haciendo el jinete es darle un castigo innecesario al caballo.

Y es que los fustazos se repiten uno tras otro en una carrera desde mitad de la recta final. Unos con sentido; otros sin sentido. Y muy pocos son los jinetes que bracean sin emplear la fusta cuando ven peligrar su triunfo o sueltan un fustazo para no perder la línea. Por eso, por regla general, todo equino corre siempre fustigado. No es cuestión que se pare, pero cómo no se le da opción en la mayoría de las ocasiones a demostrar que puede correr sin un solo palo, todas las críticas de su empleo justificado o injustificado recaen sobre los jockeys.

Entonces vuelve el debate de sí han transmitido durante la carrera toda su fuerza física y mental al caballo empujándolo con una monta enérgica hasta la meta; si han conocido bien al caballo durante el recorrido; si han sabido usar el látigo en el momento clave; o si han abusado de la fusta innecesariamente.

 

El código dicta el castigo

"El mal uso de la fusta u otro método por parte del jiente que provoque un excesivo castigo al caballo, incluyendo el dar en una carrera más de 8 fustazos durante el recorrido, será castigado por los Comisarios de Carreras en proporción a su gravedad".

Lo dice el Código de Carreras y se aplica a los jockeys que la incumplen. ¿Siempre? El vídeo manda...

En Francia la cifra de fustazos límit es de 8, tipificando dos supuestos:

a) El caso de los latigazos administrados cunado "visiblimente el caballo no puede disputar la llegada"

B) El caso de los caballos que disputan la llegada.

En Inglaterra. la BHA entró en conflicto con los jockeys el pasado año al sancionar aplicar enérgicamente a quien infringía sus nuevas normas. Finalmente, se decidió que no hubiese límite en el número de veces que se puede utilizar la fusta en los últimos 200 metros de la carrera (o después del último obstáculo en esa disciplina). El límite de siete en total (ocho en carreras de obstáculos) se mantiene vigente.

 

Características de la fusta

El Código de Carreras de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar Española en su Capitulo XXVII, Artículo 117 “Elementos no permitidos”, dice en su apartado VII:

“Solamente se permitirá aquellas fustas que reúnan las siguientes características:

-          Longitud máxima, incluida la rabera: 76 cm.

-          Anchura mínima: 8 mm.

-          Longitud máxima de la rabera: 10 cm.

-          Anchura máxima de la rabera: 4 cm.

-          Anchura mínima de la rabera: 2 cm.

-          No deberán llevar refuerzos ni elementos adicionales y su peso no deberá ser superior a 170 g.

Los Comisarios de Carreras prohibirán que un jinete participe en una carrera con una fusta que no cumpla las normas anteriores, y si lo hiciera será sancionado.

 

Siempre hay una historia que contar...

La fusta siempre está viva en las mas curiosas historias que envuelven este fascinante espectáculo de las carreras de caballos. Agresiones, pérdidas, robos... siempre presente en algún capítulo de este épico deporte, de hipódromo en hipódromo, de carrera en carrera.

Uno de los episodios que más se recuerdan, también porque hace unos meses se celebró una nueva edición de la carrera, fue el protagonizado por “Clan Royal” en el Grand National de 2004. Cuando el pasado 14 de abril volvía a la pista, una vez más entre los favoritos, se recordaba su mala suerte en dos anteriores ediciones: una por cruzarse un caballo en la última valla cuando iba primero, y otra cuando su jockey perdió la fusta cuando entraba en la recta liderando la carrera.

Fue el año 2004, su jinete, Liam Cooper, perdió la fusta cuando “Clan Royal” se acercaba a la meta en cabeza después de recorrer los casi durísimos 7.200 metros de la prueba. En esa ocasión, nadie dudo, de que un buen fustazo hubiese animado al purasangre a un esfuerzo más para ganar la prueba. Pero la perdió.